Autor: Alpinismonline http://www.alpinismonline.com/
La travesía
Por Enrique Hollman
No sé qué fue, pero desde aquel entonces durante la infancia total, quedé tocado por esta historia, luego el libro Viven, la película y hasta que muchos años después con mi amigo Manuel, seguidor de esta historia como nadie, dijimos "-VAMOS! "
...Y FUIMOS! . Manuel que conoce de pe a pa todo lo que tenga que ver con "Viven!" y sus participantes, estaba realmente feliz. Gran conocedor de los asuntos de montaña, lideró la expedición que poco a poco fuimos armando. Una gran cantidad de suscriptos se fueron bajando hasta que quedamos solo nosotros dos.
Desde El Sosneado, en Mendoza, recorremos unos 60 km de buen ripio (el auto va bárbaro) por un camino que bordea la rivera este del río Atuel, que va ganando caudal a medida que desciende y suma, suma y suma, a cada rato, de sus afluentes de todo tipo.
Por el camino cruzamos arrieros con sus cabras, precarias viviendas con sus pintorescos corrales y las llamativas "Termas del Sosneado" junto a las ruinas de lo que fue un gran hotel ***** que fue destruido por un avalancha, episodio del cual no tengo casi información; aunque el otro día me enteré que el hotel aún funcionaba en épocas del accidente. Si bien estaba cerrado por el período invernal, los chicos, de haber llegado allí, habrían encontrado víveres y abrigo. El hecho que hallan escapado hacia el oeste y no al este, sólo se comprende una vez estando allí, en el glaciar con su irónico nombre Las Lágrimas, lugar donde finalizó su vuelo, clavado en la nieve, el Fairchild de la Fuerza Aerea Uruguaya... y ver todo el valle tapado de nieve en ese momento, y a allá a lo lejos, el gigantesco cerro El Sosneado. Cerro que se eleva majestuoso a nuestro lado, hacia el este, mientras seguimos recorriendo el camino paralelo al Atuel.
Pasamos el refugio militar Gral Soler y llegamos al famoso puesto. Dejamos el auto, acomodamos nuestro equipo y partimos a enfrentar nuestro primer desafío: "El cruce del Atuel". Muchas horas habíamos deliberado sobre el asunto y nos parecía uno de los mayores impedimentos. El vadeo no presento ningún inconveniente, fue fácil y divertido. La temperatura del agua fría pero muy tolerable.
Así comenzamos nuestro primer día de caminata, el 15 de marzo de 2008, 16 hs. Al rato de caminar un buen trayecto por un llano con suelo muy pedregoso llegamos a lo que nosotros llamamos "cabeza de cocodrilo", un primer cerro donde comenzamos el ascenso por una picada bien marcada hacia la derecha (norte). Sabíamos, por recomendación de Araya, que siempre debíamos buscar " la picada bien alta". Poco tiempo después, estábamos ya en el Rosado, río que constituía nuestro segundo desafío. Nos encontramos con un caudal de aguas blancas mas pequeño de lo que pensábamos pero bravo como un toro, una corriente importante y ¡ por Dios esta sí que estaba fría!!! Dolía el frío!!
Luego de cruzado este río, no vimos que la picada se dividía en dos y tomamos una dirección errónea hacia el sur, en descenso hacia el río Las Lágrimas. Nos preocupaba aquello de "la picada va bien alta"... la nuestra iba cada vez mas baja. Pero siempre dentro de nuestro rumbo y orientación. Un gran trecho recorrido nos convenció, finalmente, de que sí. Este no era el camino correcto. Estábamos remontando el Lágrimas y cada vez más encajonados. Bueno hubiese sido ser pájaros en ése momento, para poder volar de allí... Por alguna razón, no se nos ocurrió volver atrás, tal vez porque no nos gusta desandar el camino andado es que estamos cada vez más enroscados... cada vez más lejos de nuestro rumbo... en la vida, digo.
Así fue que, buscando "la picada bien alta", se nos ocurrió trepar por un acarreo de piedras, piedritas, tierra, tierrita; con una pendiente de unos ¿ 50º ? Mamita! nunca pensamos que ese suelo estaría tan suelto!!! Fueron unos eternos 150 metros(¿?) donde nos tomó la noche... y la montaña que nos decía: nene, microbio, qué haces acá? andá con cuidado... Salimos, tuvimos que dejar parte del equipaje allí... y la comida. Acampamos, con la cabeza gacha, en cualquier lado, "buscando altura" así se llamó nuestro campamento 1.
El día 2 comenzo con el reencuentro de la picada alta y el rescate del equipo abandonado. Con una valentía propia de un héroe, Manuel ejecutó con éxito la misión de rescate de nuestro equipo. Yo me quedé mirándolo, ofreciéndole apoyo táctico. (ni mamado me meto ahí de nuevo).
Luego de almorzar levantamos el C1 y caminamos, bien altos, hasta llegar al río Barroso. Otra vez el frío tremendo del agua y ese dolor insoportable; pero ya expertos en el asunto cruzamos sin dificultad.
Ya en este tramo podíamos visualizar nuestra meta. Al fondo, la nieve, es el glaciar donde se detuvo el avión. Pegadito a la izquierda el "Monte Seller" (su verdadero nombre es Cerro San Hilario). Así llamó Nando Parrado, en honor a su padre Seller Parrado, a la montaña que escaló buscando la salida hacia el Oeste.
Muchas y muy grandes lagunas se observan en éste trayecto, muchas de ellas están conectadas entre si.
Nos llama también la atención, la presencia de rocas con restos marinos incrustados en ellas contándonos que, alguna vez, esto fue el fondo del mar.
Al atardecer, poniéndose el sol y la luna casi llena como testigo armamos el C2 al cual llamamos: "Campamento Las lágrimas". Habíamos llegado nuevamente a dicho río, pero esta vez en el lugar correcto de vadeo. Teníamos frente a nosotros el glaciar y hacia allí nos dirigiríamos al día siguiente. Por la noche la temperatura descendió muchísimo y no pudimos dejar de pensar en las noches de sufrimiento que habrán pasado los sobrevivientes.
La mañana siguiente, día 3, otra vez el sol y un clima mejor imposible que nos acompañó durante toda la expedición.
Una vez desayunados emprendimos la marcha hacia los que llamamos "La Cruz" para lo cual tuvimos que vadear el Lágrimas con nuestro habitual método de congelamiento.
Hay hasta la cruz, un buen trayecto en un ascenso bastante pronunciado y constante, constituyéndose este tramo, posiblemente, en la etapa más "dura" de la expedición. Unos metros mas adelante, Manuel me toma una foto, yo estoy mucho mas abajo. Atrás el Sosneado.
Caminamos siempre para arriba y muy despacio ahorrando energías; la altura aquí se hacia notar en nuestro rendimiento.
A medida que avanzabamos hacia nuestro objetivo, nos confundíamos con el silencio que in crecendo, nos tomaba el alma... y ese casi irreal paisaje... lleno de viento, lleno de misterio.
...fue llegar y callar. Extenuados, emocionados... ante una tumba viva... y comprender y no un montón de cosas. Solo contemplar e imaginar, el pasado que se quedó allí clavado, expresado en esos restos, en esas placas que expresan el dolor, la perdida, el amor, la vida...
Ese día, sólo quedaría regresar al C2 Las Lágrimas, para desmontarlo y llegar, ya de noche, al Barroso donde acamparíamos armando c3 "Barroso", pasar la noche y levantar para caminar luego del medio día, hasta el " automovil base" en el puesto Araya.